viernes, 24 de noviembre de 2017

La espera

              Una vez más se asoma inquieta a la ventana. Es muy tarde, nunca se retrasa tanto. Nadie viene por el camino que se pierde en el horizonte, allí donde el brillo violeta del sol casi se ha sumergido. La silueta negra de la densa chopera se ha disuelto en la noche que ya llega. Nada se mueve... Nada se oye...
       
              Se sienta en el alféizar, clava los dientes en el puño cerrado. Contiene la respiración para poder percibir mejor el rumor de un lejano motor que se acerque. Desea vislumbrar la tenue luz de los faros de un coche. Pasan los segundos... Pasan los minutos... Nada...

                De pronto estalla el primer timbrazo del teléfono. De un salto se pone en pie. Le brota del pecho un violento suspiro. Siente un mal presentimiento. Se queda tensa. Paralizada. Un muro ha crecido pegado alrededor de su cuerpo. Le vienen a la cabeza ideas fatales, funestas. Se asfixia. Le ataca la congoja. La sonora cadencia de los timbrazos del teléfono no cesa. Se dice a sí misma que no, que no lo va a coger. Se dice que enseguida asomará por la lejanía el resplandor de las luces de un vehículo acercándose.


                 Mientras tanto: el teléfono suena…, y suena..., y suena…, y suena…, y suena....

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Jorge Guerrero Odriozola
    KULTUR DEALERS  Noviembre 2016   

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