Antes de pisar la acera, el peatón se asoma desde el portal. Mira a ambos
lados. Cuando se cerciora de que no hay ciclistas peligrosos por las
proximidades, salta a la vía pública.
Conforme
a la normativa municipal circula por la derecha, en este caso pegado
a la fachada. Si estuviera de vuelta, caminaría sobre el bordillo de
la acera. La parte central es para las bicis, patinetes, segway, etc.
Camina
llevando el casco reglamentario del peatón, que consiste en un
bonete metálico sujeto con velcro a la barbilla; un intermitente
naranja a cada lado, se activa o desactiva cuando el peatón inclina
la cabeza al lado correspondiente: si tuerce a la derecha, inclina la
cabeza a la derecha para que parpadee; cuando termina la maniobra, la
cabeza vuelve a su sitio y el intermitente se apaga. Se sabe que hay
en desarrollo un prototipo con espejos retrovisores, bocina.
De
noche enciende la luz de posición blanca que va integrada en la
parte delantera, sobre la frente. Idem con la roja, colocada cerca
del cogote. El número de matrícula va sobre estas luces. Las
matrículas las distribuye el ayuntamiento. Se paga un impuesto anual
por ser peatón. Es obligatorio el seguro a terceros, es frecuente
que una maniobra incorrecta del peatón provoque un accidente con
algún ciclista.
Este casco peatonal ha sido creado y patentado a nivel mundial por
una empresa de Mondragón. Las instituciones públicas apoyaron desde
el principio la idea, ya que, como se ha comprobado, podía servir
para dar un empuje fundamental a la precaria industria del país.
El
peatón llega a su trabajo. En el estante instalado al efecto coloca
su casco y lo enchufa a una toma microUSB para que se cargue. Luego
se dirige a su mesa, dispuesto a comenzar otra entretenida jornada
laboral.
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Jorge
Guerrero Odriozola
KULTUR
DIALERS Noviembre 2016
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