viernes, 24 de noviembre de 2017

El peatón

          Antes de pisar la acera, el peatón se asoma desde el portal. Mira a ambos lados. Cuando se cerciora de que no hay ciclistas peligrosos por las proximidades, salta a la vía pública.

         Conforme a la normativa municipal circula por la derecha, en este caso pegado a la fachada. Si estuviera de vuelta, caminaría sobre el bordillo de la acera. La parte central es para las bicis, patinetes, segway, etc.

         Camina llevando el casco reglamentario del peatón, que consiste en un bonete metálico sujeto con velcro a la barbilla; un intermitente naranja a cada lado, se activa o desactiva cuando el peatón inclina la cabeza al lado correspondiente: si tuerce a la derecha, inclina la cabeza a la derecha para que parpadee; cuando termina la maniobra, la cabeza vuelve a su sitio y el intermitente se apaga. Se sabe que hay en desarrollo un prototipo con espejos retrovisores, bocina.


                           

        De noche enciende la luz de posición blanca que va integrada en la parte delantera, sobre la frente. Idem con la roja, colocada cerca del cogote. El número de matrícula va sobre estas luces. Las matrículas las distribuye el ayuntamiento. Se paga un impuesto anual por ser peatón. Es obligatorio el seguro a terceros, es frecuente que una maniobra incorrecta del peatón provoque un accidente con algún ciclista.

         Este casco peatonal ha sido creado y patentado a nivel mundial por una empresa de Mondragón. Las instituciones públicas apoyaron desde el principio la idea, ya que, como se ha comprobado, podía servir para dar un empuje fundamental a la precaria industria del país.

        El peatón llega a su trabajo. En el estante instalado al efecto coloca su casco y lo enchufa a una toma microUSB para que se cargue. Luego se dirige a su mesa, dispuesto a comenzar otra entretenida jornada laboral.
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Jorge Guerrero Odriozola
KULTUR DIALERS Noviembre 2016


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