jueves, 18 de diciembre de 2008

Escorpión

Comprobar bajos, cerraduras, maletero, asiento, volante... Una rutina estéril: las colocan de manera que es imposible detectarlas. Esta lucha es para profesionales. Hace cinco días que explotó la última, despedazando a Tomás, compañero. Ahora en nuestro bando es un alivio, estamos en lo que llamamos momentos-valle. Cinco días es todavía el tiempo en el que tenemos la certeza de que no habrá, de momento, otra bomba.
Ayer, día-valle, asqueado de esta tensa situación, me evadí de mis contactos y pude ver tranquilo, en un bar de carretera, la final Argentina-Alemania. Regresé muy tarde, no pudiendo aparcar junto al mercado, o cerca del colegio. Son puntos seguros, no existe, creo, descerebrado que haga explosionar un coche en medio de una masa de amas de casa, currantes, niños. Si van a por mí, o a por uno de los míos, tiene que ser un trabajo impoluto, de orfebrería pirotécnica. Ellos lo saben, nosotros también.

martes, 9 de diciembre de 2008

La cuenta

De vez en cuando, especialmente en alguna tarde calurosa, o en días de mucho frío y lluvia, me suelo refugiar durante un rato en la biblioteca del Koldo Mitxelena. En su interior me muevo sin rumbo, escogiendo libros al azar para leer sus primeras líneas, o entrando en la fonoteca para comprobar si hay alguna novedad, lo cual no sucede desde hace unos diez años.
Por fin, de manera simuladamente inconsciente, me acerco a las estanterías de los libros de ficción, sabiendo adónde quiero ir a parar. Siempre caigo en las proximidades de la triple inicial MAL. Allí se encuentra el libro que contiene uno de mis relatos preferidos. Su autor es Bernard Malamud, neoyorkino de origen judío. El título del relato "La cuenta". Pertenece a un libro que leí con quince años "El Barril Mágico", editado por Seix Barral en la colección Biblioteca Formentor, inencontrable hoy en día. El libro del Koldo Mitxelena, titulado en un alarde de agudeza "Relatos", pertenece a una recopilación más reciente.
"La cuenta" trata de la difícil supervivencia de un modesto tendero, bondadoso e ingenuo. Aún hoy, cuarenta años después de mi primera lectura, me sigue estremeciendo leer en este relato frases como esta: "La lengua le colgaba en la boca como una fruta muerta en una rama, y su corazón era como una ventana pintada de negro".