martes, 6 de agosto de 2019

Se vende piso


"El Diario Impermeable"
(decano de la prensa de plástico guipuzcoana)

Lunes 14 de agosto de 2152

                                                           Suplemento Inmobiliario
VENTA DE PISOS
Oportunidad. Urge venta de coqueto estudio de 20 m2 en el alto de Egia (Donostia Seca). Amueblado a capricho. Cuatro literas dobles. Ocho colchones seminuevos. Chimenea para cocinar y calentarse, con salida de humos. Fregadera con desagüe (sin toma de agua).
Se incluyen dos pucheros de hierro, ocho tazones de barro, ocho cubiertos de pino y dos orinales de loza con tapa (para aguas mayores y menores respectivamente). Además, ocho mantas y ocho toallas de manos seminuevas. Práctica rejilla de ventilación a patio interior.
Vivienda a 100 metros de las letrinas y duchas municipales de Polloe. A 1 minuto andando del muelle marítimo de Martín Santos. Posible compra de pequeña txalupa (no incluida en el precio y sin plaza).
Forma de pago a elegir: O bien una tonelada de madera seca, o si no un millón de pilas alcalinas AAA, o tal vez mil metros de cera y mecha para velas. Se estudiarán otras formas de pago (preservativos varios usos, papel higiénico reciclable, crema antiolor a pies, etc).
Vivienda ideal para grupo bien avenido.
Interesados contactar en código morse con txalaparta de PVC, o con señales de humo.
Abstenerse pirautxeros en apuros y políticos asalariados.
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Kultur Dealers 2019

domingo, 19 de mayo de 2019

Soñar...tal vez vivir


Como le ocurre desde su infancia, una noche más ha soñado lo que había elegido soñar antes de acostarse. En los minutos previos a dormirse, visualiza en su mente los lugares, acciones, y personas que van a llenar sus horas de sueño. Y así ha ocurrido: ayer deseó imaginarse en la selva negra alemana. Así que buscó en internet imágenes y videos de esos enormes bosques de abetos, del aspecto y los rostros de algunos de sus habitantes, de las más hermosas zonas alejadas. Navegaba como si seleccionara en su cerebro oníricas coordenadas GPS por las que deambular mientras durmiera.

Hoy, al abrir los ojos ha recordado con miles de detalles la belleza de los gigantescos árboles flotando en el sotobosque, la luz tenue del sol atravesando sus copas, el perfume de la resina fresca, los pájaros.... Ha pensado con dulzura en el pequeño grupo de hombres y mujeres, que con sus mochilas y su ropa montañera, caminaban a su lado conversando amistosamente. En el sueño se conocían de toda la vida. Tras unas horas de marcha han llegado hasta la orilla de un lago surgido en el corazón de la selva. Se han detenido para reponer fuerzas. Al rato, para descansar, varios se han dispersado en la espesura del bosque. Sobre la mullida y envolvente vegetación ha hecho el amor con alguien del grupo cuyo cuerpo y rostro bellos evocará vivamente más tarde, cuando despierte. Luego, ese mundo se ha ido desvaneciendo en una niebla espesa, lejana, inaudible. Enseguida ha sonado el despertador. Es hora de ir a trabajar.

En esos sueños nunca existe este metro frenético y ruidoso, que ahora le transporta; ni le rodean estas caras serias y ausentes; ni este olor a jaula podrida. Tampoco viven en sus sueños esas cintas transportadoras de piezas que deben ser ensartadas en otras piezas que acaban ensartadas en otras y luego en otras, etc, etc. En sus sueños no lleva mascarilla, ni guantes de hule, ni botas de goma. En sus sueños...

Después de ocho horas de trabajo, abandona la fábrica y sin entretenerse regresa a casa.

Quedan muchas horas del día por disfrutar. Su elección es disfrutarlas durmiendo. Antes entra en la red, de nuevo navega por pantallas de lugares lejanos, habitados por gente todavía desconocida. Después entra en su dormitorio, se desnuda, se acuesta, cierra los ojos para concentrarse. Comienzan a desfilar por su mente personas de semblantes agradables, hermosos paisajes infinitos, espléndidos territorios. Entre los que va eligiendo dónde, cómo y con quién pasará su próximo sueño.

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jueves, 4 de abril de 2019

El ascensor


El ascensor llega a la planta baja. Las puertas de acero se abren. En su interior dos ocupantes.

El ocupante: - Por favor, pase usted delante, las damas primero....

La ocupante:- No, no, caballero, eso se acabó, es una costumbre anticuada. Usted estaba en el ascensor cuando yo entré, por lo que debe usted salir primero, ¿no le parece?. Además, lleva una maleta, seguro que va justo de tiempo para tomar un avión o un tren...


El ocupante: - Por dios, que no tiene ninguna importancia mi prisa. Veo que su embarazo está muy avanzado...avanzadísimo...

La gasolinera

Ahora ya no existe pero hacia finales de los setenta, muchos recordaréis la pequeña gasolinera que había en la carretera de Hernani a Goizueta. Un surtidor de gasolina y otro de gasóleo y al lado un diminuto edificio de una planta que hacía de oficina, atravesando una puerta se encontraba la vivienda de tres huecos, mas una cocina y un aseo sin ducha. La atendía su propietario, Tomás Odriozola. Que la había heredado de su padre, el cual después de la guerra obtuvo la licencia para vender combustible.
La carretera a Goizueta no era como la de ahora, hace unas décadas los vehículos penetraban por el denso túnel de vegetación verde, formado por las enormes y robustas ramas y hojas de los castaños que crecían a su suerte a ambos lados de la estrecha calzada tachonada de baches .