- Necesito ayuda, Shamir. - repuso un nervioso José suplicante – Mi mujer ha parido un niño y ...
- Si es alojamiento lo que buscas, ya te dije que no hay sitio.- interrumpió con brusquedad el posadero - Además, ¿tienes con qué pagarme?.
- No es alojamiento lo que necesito. Y sí, tengo con qué pagarte, lo tengo en abundancia.
- ¿En abundancia, tú?. No te creo.
- Hoy han llegado de oriente tres individuos que dicen ser reyes. Venían subidos a hermosos camellos y servidos por un gran séquito de criados. Se han arrodillado ante mi hijo, han permanecido orando en éxtasis unos minutos y luego se han ido, pero antes nos han obsequiado con incienso, mirra….. y además ¡esto! … - dijo José con tono triunfal sacando del morral un abultado y pesado saco, abriéndolo y mostrando su contenido -…¡oro!, ¡oro puro, Shamir!.
Una densa constelación de incontables monedas doradas titilaron como estrellas.